lunes, 13 de septiembre de 2010

Un árbol







La primera pregunta que se me plantea, es el por qué de fotografiar un árbol.
Las razones probablemente sean que el árbol ha sido una planta siempre unida a la vida del ser humano, siendo la figura más representativa de la naturaleza. Asimismo, desde pequeños hemos dibujado la casa junto al árbol ya que ambos tienen el mismo cometido, es decir, proporcionar cobijo a los seres vivos.

Desde la creación ha tenido una gran importancia. Ya en Biblia se nos cuenta cómo Eva calló en las manos del Diablo al coger la manzana que colgaba de un árbol. Los árboles nos muestran sus frutos de manera exuberante, ostentosa...Éstos nos han sido fuente de alimentos durante siglos hasta que aprendimos a cultivar.

Otra razón, sea, seguramente porque tenemos la misma estructura. Ambos estamos formados por un tronco con extremidades, nuestros pies son nuestras raíces, las que nos ponen en contacto con La Tierra, y la copa que es la parte más alta, es la que nos permite relacionarnos con el entorno, con los demás, a través de las ramas que no son otra cosa, que nuestros brazos y nuestra cabeza.

Por otro lado en todas las familias hay una persona que curiosa por sus antepasados se encarga de elaborar el árbol genealógico, partiendo de unas raíces, sus antepasados más lejanos y llegando a la copa, de donde cuelgan los frutos, las últimas generaciones.

Las raíces son nuestro pasado, nuestra procedencia, nuestro origen. Hay personas que  pueden interpretar esto de manera negativa, más aún llevándolo al extremo. Sin embargo personalidades como Chillida, gran escultor vasco, decía: que él se sentía enraizado a sus orígenes a su tierra, pero que sus ramas le permitían abrazar el mundo.

Para concluir, quisiera reinterpretar estas palabras y decir, que me gustaría que nuestras raíces fuesen tan profundas que éstas nos permitiesen abrazar al mundo entero.

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